TRABAJOS TIC CARMEN
sábado, 13 de febrero de 2021
jueves, 20 de febrero de 2020
Lawrence de Arabia
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Thomas Edward Lawrence nació en Tremadoc, Gales. Era hijo ilegítimo de Thomas Robert Tighe Chapman, aristócrata terrateniente anglo-irlandés que abandonó a su mujer y a sus cuatro hijas para unirse a Sarah Junner (también Sarah Lawrence), institutriz de las niñas que por su educación era escocesa pero por su raíces era en parte inglesa y en parte escandinava.2 Thomas Edward fue el segundo de los cinco hijos de la nueva pareja. Durante la infancia de estos la familia se trasladó varias veces de domicilio entre Irlanda, Gales, Escocia y Francia, terminando esa vida nómada en Oxford, donde la familia se asentó definitivamente en 1896. En el verano de ese año Thomas Edward entró en el Oxford City High School donde estudió hasta graduarse en el verano de 1907. Su interés por la historia medieval, por las Cruzadas y la arqueología se remonta a su época de colegial y a las excursiones a pie y en bicicleta con su padre y hermanos a visitar castillos y sitios arqueológicos. En las vacaciones escolares de 1906 y 1907 hizo extensos viajes en bicicleta por Francia durante los que se fraguó su plan de estudiar la arquitectura militar de las Cruzadas.3
En el décimo mes del año de 1907 se matriculó en el Jesus College de la Universidad de Oxford con una pequeña beca. Animado por David George Hogarth, arqueólogo especialista en Oriente Medio y director del Ashmolean Museum de Oxford, emprendió en el verano de 1909 su primer viaje a Oriente Medio que le llevó —casi siempre a pie— desde el norte de Palestina, por la costa del Líbano y parte de Siria occidental hasta la región del Éufrates. El principal objetivo del viaje era recoger material para su tesis sobre la arquitectura militar de las Cruzadas que presentó en 1910 con el título The influence of the Crusades on european military architecture, publicada después de su muerte con el título de Crusader Castles.4
En otoño de 1910 Lawrence fue invitado por su mentor Hogarth a unirse a la expedición arqueológica que el Museo Británico había organizado para trabajar en los yacimientos hititas de Karkemish, a orillas del Éufrates. Durante varias temporadas de excavaciones bajo la dirección de Leonard Woolley, entre 1910 y 1914, Lawrence confirmó su afición por la arqueología pero también amplió sus conocimientos de la lengua y la cultura árabes y descubrió su interés por los problemas histórico-políticos de la región. A ello contribuyó seguramente la relación de afecto y amistad con Dahum, un joven peón de los que trabajaban en las excavaciones.5
A comienzos de 1914, y de acuerdo con el Museo Británico, Woolley y Lawrence fueron enviados por la Palestine Exploration Fund a la península del Sinaí donde debían unirse a la expedición del capitán Stewart Newcombe. La función de los arqueólogos era dar una apariencia académica a lo que en realidad era un estudio topográfico de carácter militar. En marzo Lawrence estaba de vuelta en Karkemish, donde empezó a redactar el informe para el Palestine Exploration Fund, titulado The Wilderness of Zin, que terminó en Oxford entre junio y septiembre.6
Al estallar la Primera Guerra Mundial, y tras la declaración de guerra del Reino Unido a Alemania el 4 de agosto de 1914, Lawrence se presentó inmediatamente como voluntario pero no fue admitido hasta octubre en la Geographical Section of the General Staff (GSGS), en Londres, primero como civil y más tarde como segundo teniente-intérprete (2nd Lieutenant-Interpreter). En diciembre fue destinado a El Cairo cuando el Reino Unido acababa de declarar la guerra al Imperio Otomano y Egipto había sido proclamado protectorado británico. Allí entró a formar parte con Newcombe y Woolley, entre otros, del recién formado Departamento de Inteligencia Militar. Su trabajo consistía en hacer mapas y en recoger e interpretar información de diversas fuentes. El Departamento participaba asimismo en diseñar las estrategias de tipo político a seguir en la región, que en esa primavera de 1915 aún no estaban definidas del todo pero que iban claramente en el sentido de una partición del Imperio otomano al final de la guerra. Por un lado estaba Francia con su interés declarado por Siria, por el otro Rusia con sus pretensiones sobre los Dardanelos y Constantinopla mientras Reino Unido aspiraba a Mesopotamia y el puerto de Alejandreta. Y aunque ya en esta fecha temprana eran evidentes las diferencias que existían entre los aliados sobre el futuro del Imperio Otomano, franceses y británicos estaban de acuerdo en la necesidad de avivar la subversión de las provincias árabes. Su futuro era el problema candente.
En abril de 1916 llegó a una crisis la campaña iniciada en Mesopotamia por el mando británico para proteger los intereses británicos en el golfo Pérsico. El ejército británico bajo el mando del general Townshend quedó atrapado en Kut al-Amara (Irak), donde los otomanos exigían su rendición incondicional. Lawrence fue enviado desde El Cairo en misión secreta para conseguir mediante un soborno de un millón de libras esterlinas que el comandante de las fuerzas otomanas, Jalil Pachá, levantara el sitio y permitiera la retirada de Townshend y sus tropas.8 Tras fracasar en este empeño Lawrence regresó a El Cairo.
A su vuelta a El Cairo en mayo de 1916 la cuestión de la rebelión árabe había alcanzado un punto crítico. Avisados de los planes de insurrección entre los militares de Siria, los turcos acababan de ejecutar a veintiún nacionalistas árabes en Damasco y estaban a punto de enviar tropas hacia el Hiyaz, el otro centro insurreccional en torno al jerife de La Meca, Husayn ibn Ali. La rebelión allí debía desencadenarse inmediatamente so pena de ser sofocada en cierne y efectivamente se inició el 5 de junio contra todas las expectativas.
Los primeros meses de la rebelión fueron tan azarosos como los planes de apoyo por parte de los mandos británicos en El Cairo, ocupados en clarificar sus atribuciones y atentos a otra empresa prioritaria en la península de Sinaí, que debía abrir un nuevo frente contra los turcos al sur de Palestina. Cuando Lawrence, ya ascendido a capitán, llegó el 16 de octubre a Yida, en la costa del mar Rojo, acompañando como observador al enviado británico Ronald Storrs en visita al jerife Husayn, encontró una situación preocupante con las fuerzas rebeldes descoordinadas y la ayuda británica limitada a la primera línea costera. Su visita al campamento de Faysal, el tercer hijo del jerife, fue decisiva. En este hombre de 31 años, culto y ascético, encontró un personaje congenial con capacidad de liderazgo, convencido como él de que la rebelión árabe podía triunfar y llevar al establecimiento de un estado árabe independiente y soberano con capital en Damasco.10 Lawrence volvió a El Cairo lleno de entusiasmo por la causa árabe y con característica tenacidad logró que a finales de noviembre le destinaran como «enlace temporal» al ejército irregular de Faysal, acampado en Yenbo.11
Al dar este paso Lawrence ya conocía las promesas que desde El Cairo se le habían hecho a Husayn en los primeros momentos de la guerra, asegurándole un estado panárabe independiente bajo su gobierno si unía sus fuerzas con los aliados contra los otomanos. Es lo que se conoce como «el compromiso McMahon» («MacMahon Pledge»).También sabía Lawrence que este compromiso quedaba anulado por el posterior acuerdo secreto suscrito por los plenipotenciarios británico y francés, Mark Sykes y Georges Picot, en mayo de 1916, y que definía las ambiciones territoriales del Reino Unido y Francia en Oriente Medio una vez vencido el Imperio Otomano. Sin embargo Lawrence se embarcó en la aventura árabe con la convicción de que si lograba establecer a la insurrección árabe como un aliado de plena igualdad gracias a su eficacia, y los árabes llegaban a Damasco antes que sus aliados, conquistando así real y simbólicamente su independencia, el tratado de Sykes-Picot sería papel mojado.12
Este razonamiento contradictorio y sin embargo válido es el que inspiró su intervención en el avance de las fuerzas irregulares de Faysal a lo largo de la costa del mar Rojo, con incursiones tierra adentro para atacar el ferrocarril del Hiyaz, esquivando las fortalezas turcas y levantando sucesivamente a las tribus de la zona en un brillante ejemplo de guerra de guerrillas.
La imagen del «Héroe del Imperio» y de «Lawrence de Arabia» se conservó sin fisuras muchos años después de su muerte, guardada celosamente por lo que se llamó el «Lawrence-Lobby». Sin embargo, la historia se hizo leyenda y la persona de Lawrence se difuminó y olvidó. En 1955 el escritor Richard Aldington publicó una biografía sobre Lawrence25 en la que demolía la leyenda piadosa y tachaba al «Liberador de Damasco» de mentiroso compulsivo, ambicioso y desequilibrado. Iniciaba así un debate en torno a una leyenda nacional incontrovertida hasta entonces. En 1962 el éxito internacional de la película Lawrence de Arabia, dirigida por David Lean con guion del autor dramático Robert Bolt y con Peter O´Toole en el papel de Lawrence, dio un nuevo giro a la discusión al presentar a Lawrence como un ser humano complejo y vulnerable, no como un manipulador sino como un manipulado, no como un héroe de la Primera Guerra Mundial sino como una víctima de ella. Esta interpretación, afianzada y profundizada por las publicaciones posteriores de documentos reservados en archivos oficiales y de cartas desconocidas de Lawrence —entre ellas las muy reveladoras a su amiga y protectora Charlotte Shaw—, es la que se ha impuesto finalmente tanto entre los conocedores del tema como entre el gran público. Como decía el escritor francés André Malraux: «La vida de T.E. Lawrence es intensamente acusadora, no es ejemplar, no pretende serlo».
Texto, fotos y vídeos de Internet.
La imagen del «Héroe del Imperio» y de «Lawrence de Arabia» se conservó sin fisuras muchos años después de su muerte, guardada celosamente por lo que se llamó el «Lawrence-Lobby». Sin embargo, la historia se hizo leyenda y la persona de Lawrence se difuminó y olvidó. En 1955 el escritor Richard Aldington publicó una biografía sobre Lawrence25 en la que demolía la leyenda piadosa y tachaba al «Liberador de Damasco» de mentiroso compulsivo, ambicioso y desequilibrado. Iniciaba así un debate en torno a una leyenda nacional incontrovertida hasta entonces. En 1962 el éxito internacional de la película Lawrence de Arabia, dirigida por David Lean con guion del autor dramático Robert Bolt y con Peter O´Toole en el papel de Lawrence, dio un nuevo giro a la discusión al presentar a Lawrence como un ser humano complejo y vulnerable, no como un manipulador sino como un manipulado, no como un héroe de la Primera Guerra Mundial sino como una víctima de ella. Esta interpretación, afianzada y profundizada por las publicaciones posteriores de documentos reservados en archivos oficiales y de cartas desconocidas de Lawrence —entre ellas las muy reveladoras a su amiga y protectora Charlotte Shaw—, es la que se ha impuesto finalmente tanto entre los conocedores del tema como entre el gran público. Como decía el escritor francés André Malraux: «La vida de T.E. Lawrence es intensamente acusadora, no es ejemplar, no pretende serlo».
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jueves, 9 de enero de 2020
Joaquín Sorolla
Cuando apenas contaba dos años de edad, fallecieron sus padres víctimas de una epidemia de cólera. Al quedar huérfanos fueron acogidos, su hermana Eugenia y él, por su tía Isabel, hermana de su madre, y su marido, de profesión cerrajero. Pasados los años, su tío intentó enseñarle, en vano, el oficio de la cerrajería advirtiendo pronto que su verdadera vocación era la pintura.
Estudió dibujo en la Escuela de Artesanos de Valencia.2 Compartió estudio en la planta baja de la calle Las Avellanas n.º 12 de Valencia con José Vilar y Torres, los hermanos Benlliure —Blas, José y Juan Antonio— e Ignacio Pinazo Camarlench.3 Al acabar su formación comenzó a enviar sus obras a concursos provinciales y exposiciones nacionales de bellas artes, como la de Madrid en mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que pasaron inadvertidas, pues no encajaban con la pintura oficial, de temática histórica y dramática.
Al año siguiente estudió la obra de Velázquez y otros autores en el Museo del Prado. Tras visitar el Museo del Prado, Sorolla pintó en 1883 el lienzo inédito Estudio de Cristo, descubierto recientemente, donde se observa la influencia del Cristo crucificado de Velázquez.45 Comienza así su 'etapa realista', siendo su profesor Gonzalo Salvá. Por fin, en 1883, consiguió una medalla en la Exposición Regional de Valencia, y en 1884 alcanzó la gloria al conseguir la Medalla de segunda clase en la Exposición Nacional gracias a su obra Defensa del parque de artillería de Monteleón, obra melodramática y oscura, hecha expresamente para la exposición; tal y como le dijo a un colega suyo: «Aquí, para darse a conocer y ganar medallas hay que hacer muertos».
Cosechó otro gran éxito en Valencia con su obra El crit del palleter sobre la guerra de la Independencia. De esta manera, fue pensionado por la Diputación Provincial de Valencia para viajar a Roma, donde, a la vez que trabajaba, conoció el arte clásico y renacentista, así como los grandes museos, contactando, además, con otros artistas.
Con su amigo, el también pintor Pedro Gil, se desplazó a París durante el primer semestre de 1885, y conoció de cerca la pintura impresionista, que produjo en él, ya de regreso en Roma, variaciones en su temática y estilo, llegando a pintar el cuadro religioso El entierro de Cristo, con el que no tuvo el éxito esperado. Tomó así contacto con las vanguardias europeas, destacando el impacto que le produjeron las obras de los pintores John Singer Sargent, Giovanni Boldini y Anders Zorn.
En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García del Castillo en Valencia, aunque vivirían un año más en Italia, esta vez en la localidad de Asís. A esa época se relacionan algunas de sus obras, entre ellas Vendiendo melones (Museo Carmen Thyssen Málaga), época en la que pintaba temas
costumbristas y anecdóticos, por
su fácil venta. Por lo general eran pequeñas acuarelas que comercializaba su marchante, Francisco Jover.
Desnudo de mujer de 1902, posible retrato de Clotilde, pintado durante su etapa de culminación.
En 1889 el pintor y su familia se instalaron en Madrid y, en apenas cinco años, Sorolla alcanzaría gran renombre como pintor. En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló un estilo pictórico denominado «luminismo», que sería característico de su obra a partir de entonces. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. En obras como La vuelta de la pesca, La playa de Valencia o Triste herencia describió el sentimiento que producía la visión del mar Mediterráneo, comunicando el esplendor de una mañana de playa con un colorido vibrante y un estilo suelto y vigoroso. Con Triste herencia recibió, en 1900, el Grand Prix en el certamen internacional de París. Además, siguió con su pintura de denuncia social que tantos éxitos le había reportado en los últimos años con obras como Y aún dicen que el pescado es caro (1894).6
En agosto de 1900, estando en Valencia, su amigo el escultor Ricardo Causarás Casaña fue a visitar a Sorolla para pedirle que posara de modelo vivo para esculpir una estatua de terracota y yeso, algo mayor del natural, que Causarás tenía pensado exponer en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid del año 1901. Sorolla estuvo en el mes de enero de 1901 en el estudio de escultura, posando de modelo durante veinte días para su amigo Causarás, que, además de esculpir su estatua, también esculpió aparte un busto-retrato de su cabeza, solamente en terracota, y el vaciado en yeso de la mano derecha de Sorolla en posición de pintar. En el mes de mayo de 1901 la estatua Sorolla fue expuesta en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid, siendo premiada por el jurado con «Consideración de Medalla de Tercera Clase en Escultura». Posteriormente permaneció expuesta en Valencia desde 1901 hasta 1925, en la sala principal del Círculo de Bellas Artes, siendo finalmente regalada al Ayuntamiento de Valencia, que la depositó hasta mediados del mes de agosto de 1930 en los Reales Jardines de los Viveros de Valencia.
Por aquel entonces Valencia lo nombró hijo predilecto y meritorio, y le fue dado su nombre a una calle. Tras muchos viajes por Europa, principalmente Inglaterra y Francia, celebró una exposición en París con más de medio millar de obras, lo que le dio un reconocimiento internacional inusitado, conociéndose su obra pictórica por toda Europa y América.
Hacia el verano de 1905 está en Jávea y realiza una serie de pinturas de niños desnudos, una de sus series más famosas y que le valieron el posterior encargo de la Hispanic Society of America. Uno de los cuadros más destacados de la serie es El baño, de 1905 y que pertenece a la colección del Museo Metropolitano de Nueva York.
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viernes, 3 de enero de 2020
RECORRIDO LIBRE DEL MAN
La llegada de los árabes en 711 y su rápida expansión es el momento tradicionalmente considerado como el inicio de la Edad Media en la Península Ibérica. Durante ocho siglos musulmanes y cristianos compartirán territorio, economía y cultura, con etapas de estabilidad y otras de enfrentamientos, que concluirán con la conquista cristiana del reino nazarí por los Reyes Católicos a finales del siglo XV.
De la cultura islámica (Al-Andalus) se muestran sus aportaciones técnicas y científicas, sus suntuarias creaciones arquitectónicas, decorativas y artesanales y su influencia en el mundo cristiano.
De éste (Reinos cristianos) se muestra el papel de los monasterios en la preservación y difusión del pensamiento religioso - códices, escultura arquitectónica, imágenes y relicarios-, y de las ciudades en la producción artesanal y en la organización social, expresada a través de la heráldica y de los monumentos funerarios.
EDAD MODERNA
La etapa más cercana en el tiempo a nosotros es la que conoce la progresiva unificación política de la actual España, a través de las dinastías de Austrias y Borbones, cuatro siglos durante los cuales el descubrimiento de América permite una expansión territorial sin precedentes que se verá progresivamente reducida hasta la independencia de los virreinatos americanos, a comienzos del siglo XIX, en forma de numerosos países.
De los Austrias se muestran obras que testimonian su incorporación al Renacimiento artístico y científico que caracterizó a la época, junto con la Contrarreforma que inspiró las creaciones religiosas. A continuación se exponen las producciones artesanales- platería, cerámica y mobiliario- los productos orientales y europeos objetivo de las rutas comerciales y las armas de la conquista.
De los reyes Borbones se exponen sus símbolos dinásticos, las manufacturas -loza, porcelana, vidrio, piedras duras, platería- e instrumentos científicos que ponen de manifiesto el desarrollo de la ciencia y la influencia del pensamiento ilustrado en el Neoclasicismo y Romanticismo propios de la época.
jueves, 31 de octubre de 2019
MIGUEL DELIBES
MIGUEL DELIBES
Miguel Delibes Setién (Valladolid, 17 de octubre de 19201-ibidem, 12 de marzo de 2010)2 fue un novelista español y miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte, ocupando la silla «e».3 Licenciado en Comercio, comenzó su carrera como dibujante de caricaturas,4 columnista y posterior periodista de El Norte de Castilla, diario que llegó a dirigir, para pasar de forma gradual a dedicarse enteramente a la novela.
Gran conocedor de la fauna y flora de su entorno geográfico, apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus obras todo lo relativo a Castilla y a la caza.
Se trata de una de las primeras figuras de la literatura española posterior a la Guerra Civil, por lo cual fue reconocido con multitud de galardones; pero su influencia va aún más allá, ya que varias de sus obras han sido adaptadas al teatro o se han llevado al cine, siendo premiadas en certámenes como el Festival de Cannes.
La muerte de su mujer en 1974 le marcó profundamente y en 1998 padeció un cáncer de colon, del que nunca llegó a recuperarse completamente.
En la obra de Miguel Delibes hay un compromiso ético con los valores humanos, con la autenticidad y con la justicia social. Fue un escritor fiel a sus ideas y a su tierra castellana. La preocupación por las consecuencias negativas del progreso para la naturaleza y el hombre, por Castilla y la situación del campo castellano y por la dignidad y la libertad humanas son el eje principal de sus obras. La naturaleza, el campo y el ambiente rural aparecen en primer plano en El camino, Las ratas, Viejas historias de Castilla la Vieja, La caza de la perdiz roja, El libro de la caza menor, Diario de un cazador o El disputado voto del señor Cayo.
A Miguel Delibes se le ha censurado que estuviera contra el progreso, pero él mismo discrepaba de quienes le veían como un autor que alaba «la aldea» y desprecia «la corte»: a lo que él se oponía es a la deshumanización y falsedad que genera la vida en la gran ciudad. Según decía él mismo: «Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional».47
La postura de Delibes no era en contra del progreso en general, sino contra el modelo elegido, es decir, contra el progreso devastador que sacrifica todo lo humano en aras del consumo: «Es la civilización del consumo en estado puro, de la incesante renovación de los objetos —en buena parte, innecesarios— y, en consecuencia, del desperdicio».47 Para él, el nuevo orden socioeconómico está generando un modo de alienación poderosísimo. En los grandes centros urbanos se levantan gigantescas torres-colmenas en las que viven apiñados estos nuevos hombres, que han perdido todo rasgo individualizador. «El hombre, de esta manera, se despersonaliza y las comunidades degeneran en unas masas amorfas, sumisas, fácilmente controlables desde el poder concentrado en unas pocas manos». Pero no idealiza la vida de los pueblos y aldeas castellanas para esgrimir como arma en contra del progreso, sino que censura sus carencias, urgiendo a quien corresponda para que dote de servicios y equipamientos al campo. «Hoy nadie quiere parar en los pueblos porque los pueblos son el símbolo de la estrechez, el abandono y la miseria».47
En sus obras reivindica que nuestras raíces están en la cultura rural y que, hoy por hoy, los reductos de integridad y autenticidad están en el campo. «Pero el hombre, nos guste o no, tiene sus raíces en la Naturaleza y al desarraigarse con el señuelo de la técnica, lo hemos despojado de su esencia».47 Sostiene que, en la antigua estructura rural, el hombre estaba dedicado a tareas mucho más humanas, lejos de la masificación ciudadana, manteniendo sus rasgos individualizadores y ostentando una personalidad irrepetible. «...mis personajes se resisten, rechazan la masificación. Al presentarles la dualidad Técnica-Naturaleza como dilema, optan resueltamente por ésta que es, quizá, la última oportunidad de optar por el humanismo. Se trata de seres primarios, elementales, pero que no abdican de su humanidad; se niegan a cortar las raíces. A la sociedad gregaria que les incita, ellos oponen un terco individualismo».47 En el señor Cayo, su personaje, un anciano a punto de cumplir ochenta y tres años, quedan representados los valores culturales de esa tradición milenaria que se encuentra en trance de desaparecer. El disputado voto del señor Cayo es una elegía dolorida ante la desaparición de la cultura rural en España, creada a través de los siglos, y que, en poco tiempo, ha sido barrida y sustituida por la industrial: «Hemos matado la cultura campesina pero no la hemos sustituido por nada, al menos, por nada noble»
viernes, 14 de junio de 2019
Cristina de Noruega
Cristina de Noruega
Castellanizado CRISTINA DE NORUEGA; De nombre propio KRISTINA HAKONSDATTER; nace en Bergen en 1234 y muere en Sevilla en 1262.
Era hija de los reyes Haakon IV de Noruega y Margarita Skulesdatter. En otoño de 1257 una enorme nave vikinga se hizo a la mar desde el puerto de Tønsberg, cerca de Oslo, hacia España, desembarcando en Normandía (Francia) y cruzando este país hacia Cataluña. A bordo, viajaban altos dignatarios del reino noruego, encabezados por el obispo Pedro de Hamar, nobles, damas y un centenar de caballeros, encargados de cuidar un valioso cargamento: oro, plata, pieles preciosas y otros bienes suntuarios, que constituían el ajuar y la dote de la más encumbrada pasajera de la nave, la princesa Cristina Olav, hija del rey Haakon IV Haakonson el Viejo.
Debido a las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, se llevó a cabo el compromiso matrimonial en 1257 de la princesa con el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X de Castilla, el Sabio, porque dicho matrimonio era conveniente tanto para Alfonso X como para Haakon IV. Primero porque Alfonso X aspiraba a la corona del Sacro Imperio, y de esta forma podía atraerse a su causa al rey noruego Haakon IV.
Segundo porque los reinos nórdicos deseaban abrirse cada vez más al resto de Europa y comerciar con ella, y Haakon había emprendido una activa política diplomática y de lazos culturales con otros países.
Parece ser que Alfonso X había dejado de amar a su esposa Doña Violante y buscó otra joven esposa ofreciéndole a Doña Cristina que llegó a Castilla segura de su matrimonio. Pero como los viajes eran bastante lentos en aquel entonces, para cuando la noruega llegó al reino hispano, quiso el destino que la esposa del rey, Doña Violante quedara preñada y diera a luz a la infanta Berenguela (Violante tuvo diez hijos más), y Doña Cristina fué repudiada por su futuro esposo.
Fue entonces su hermano el Infante Don Felipe de Castilla, quien la llevó al altar. El infante había sido abad de la Colegiata de Covarrubias (Burgos) a los 21 años y arzobispo de Sevilla, antes de abandonar la carrera eclesiástica para dedicarse a sus matrimonios palaciegos. La boda se ofició en Valladolid el 31 de marzo de 1.258, y se trasladaron a vivir a Sevilla.
La princesa noruega, de bellos “ojos azules como nuestro cielo, cabellos como nuestro sol, y tez como la nieve de los montes escandinavos” murió en 1262 sin dejar descendencia.
Parece según los testimonios escritos que la princesa murió de pena, “porque le faltaban el frío de su país, su gente, su pasado, y le sobraban el calor asfixiante del Guadalquivir, la corte castellana y su incierto futuro”. Sin duda soñó en las agobiantes noches españolas con aquellas tierras verdes, con aquellas rocas y cielos que enmarcaban las aguas grises de los fiordos; con aquellas cumbres glaciares y con el manto de la nieve que emergían los troncos –también blancos- de los abedules.”
Otra tendencia histórica, mas cercana a la leyenda dice que Cristina se enamoró del Rey Alfonso cuando ambos se conocieron a la llegada de su largo viaje. Alfonso también quedó prendado de los encantos de la princesa, y ambos dejaron llevarse por su amor. Pero al estar Alfonso ya casado, ambos cuidaron de guardar sus sentimientos. Cristina se casaría con su hermano Felipe el más atractivo de todos ellos, pero su amor siguió latiendo hasta el final de sus días. Puede que ese dolor influyera también en la muerte de la joven princesa. Aunque otra teoría dice que este amor hace que Cristina sea envenenada por doña Violante de Aragón, mujer de Alfonso, que ya había enveneneado a su propia hermana doña Constanza.
En cualquier caso tras su muerte, el hermano de Alfonso X, el infante Felipe de Castilla, hizo enterrar a su esposa en el bello sepulcro gótico de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias (Burgos), de la que también había sido abad antes de acceder al arzobispado. En el claustro de la colegiata de Covarrubias se depositaron los restos de Cristina.
Cuando Cristina de Noruega murió, su marido, prometió levantar en su honor una capilla (promesa que realmente se hizo por primera vez en su boda en 1257), que estaría situada en Covarrubias (Burgos) en honor a un santo escandinavo llamado San Olav, en un enclave natural privilegiado, pero aquella promesa quedó sin cumplir.
Cerca de la tumba cuelga hoy una campana que según la tradición garantiza matrimonio a las chicas que la hagan sonar; y en el exterior se alza desde 1978 una evocadora estatua de bronce del artista noruego Brit Sorensen. En el año 1958 se comprueba el sepulcro de la princesa por parte de la institución académica burgalesa Fernán González, tras ser abierto por unos albañiles (en concreto Sáez de Lorenzo) en unas obras de mantenimiento en el claustro encargadas por Don Rufino, y apareció la momia con el pelo amarillo, las uñas rosadas y los dientes aún blancos. Con sus ropas incorruptas, y que simbolizaban por sus bordados su alto linaje, el cuerpo momificado que allí apareció medía 1,70 centímetros, una altura no habitual para las mujeres castellanas del siglo XIII, pero algo normal en las mujeres de Europa del Norte, no había duda de su identidad.
En Noruega hay una delicada estatua de Cristina, de aires románticos; en Covarrubias, en los jardines exteriores, frente a la portada del templo, un monumento, siempre con flores, también la recuerda.
El 18 de Septiembre de 2011 por fin pudo cumplirse el sueño de Cristina de Noruega: la construcción de una iglesia dedicada a San Olav, patrono de Noruega, para recordar la romántica historia de la princesa nórdica cuyos restos posan en Covarrubias.
A finales del siglo pasado se creó la Fundación Princesa Kristina y pronto empezaron las ideas de construir la ermita de San Olav.
Fue en el siglo XX, a finales del mismo, cuando se creó la fundación Princesa Cristina. El Patronato de la fundación decidió que el proyecto que mejor respondía a los fines de la capilla, era el realizado por el arquitecto leonés Pablo López Aguado y por Jorge González Gallego. El resultado es un edificio multifuncional de madera y metal, abierto a un teatro natural exterior y que ha supuesto una inversión cercana al millón de euros.
A la inauguración acudieron el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera y la ministra de Cultura de Noruega, Anniken Huitfeldt y un millar de personas, muchas de ellas noruegas residentes en España, que estuvieron presentes en el esperado acontecimiento.
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