jueves, 20 de febrero de 2020

Lawrence de Arabia





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Thomas Edward Lawrence nació en Tremadoc, Gales. Era hijo ilegítimo de Thomas Robert Tighe Chapman, aristócrata terrateniente anglo-irlandés que abandonó a su mujer y a sus cuatro hijas para unirse a Sarah Junner (también Sarah Lawrence), institutriz de las niñas que por su educación era escocesa pero por su raíces era en parte inglesa y en parte escandinava.2​ Thomas Edward fue el segundo de los cinco hijos de la nueva pareja. Durante la infancia de estos la familia se trasladó varias veces de domicilio entre Irlanda, Gales, Escocia y Francia, terminando esa vida nómada en Oxford, donde la familia se asentó definitivamente en 1896. En el verano de ese año Thomas Edward entró en el Oxford City High School donde estudió hasta graduarse en el verano de 1907. Su interés por la historia medieval, por las Cruzadas y la arqueología se remonta a su época de colegial y a las excursiones a pie y en bicicleta con su padre y hermanos a visitar castillos y sitios arqueológicos. En las vacaciones escolares de 1906 y 1907 hizo extensos viajes en bicicleta por Francia durante los que se fraguó su plan de estudiar la arquitectura militar de las Cruzadas.3
En el décimo mes del año de 1907 se matriculó en el Jesus College de la Universidad de Oxford con una pequeña beca. Animado por David George Hogarth, arqueólogo especialista en Oriente Medio y director del Ashmolean Museum de Oxford, emprendió en el verano de 1909 su primer viaje a Oriente Medio que le llevó —casi siempre a pie— desde el norte de Palestina, por la costa del Líbano y parte de Siria occidental hasta la región del Éufrates. El principal objetivo del viaje era recoger material para su tesis sobre la arquitectura militar de las Cruzadas que presentó en 1910 con el título The influence of the Crusades on european military architecture, publicada después de su muerte con el título de Crusader Castles.4
En otoño de 1910 Lawrence fue invitado por su mentor Hogarth a unirse a la expedición arqueológica que el Museo Británico había organizado para trabajar en los yacimientos hititas de Karkemish, a orillas del Éufrates. Durante varias temporadas de excavaciones bajo la dirección de Leonard Woolley, entre 1910 y 1914, Lawrence confirmó su afición por la arqueología pero también amplió sus conocimientos de la lengua y la cultura árabes y descubrió su interés por los problemas histórico-políticos de la región. A ello contribuyó seguramente la relación de afecto y amistad con Dahum, un joven peón de los que trabajaban en las excavaciones.5
A comienzos de 1914, y de acuerdo con el Museo Británico, Woolley y Lawrence fueron enviados por la Palestine Exploration Fund a la península del Sinaí donde debían unirse a la expedición del capitán Stewart Newcombe. La función de los arqueólogos era dar una apariencia académica a lo que en realidad era un estudio topográfico de carácter militar. En marzo Lawrence estaba de vuelta en Karkemish, donde empezó a redactar el informe para el Palestine Exploration Fund, titulado The Wilderness of Zin, que terminó en Oxford entre junio y septiembre.6

Al estallar la Primera Guerra Mundial, y tras la declaración de guerra del Reino Unido a Alemania el 4 de agosto de 1914, Lawrence se presentó inmediatamente como voluntario pero no fue admitido hasta octubre en la Geographical Section of the General Staff (GSGS), en Londres, primero como civil y más tarde como segundo teniente-intérprete (2nd Lieutenant-Interpreter). En diciembre fue destinado a El Cairo cuando el Reino Unido acababa de declarar la guerra al Imperio Otomano y Egipto había sido proclamado protectorado británico. Allí entró a formar parte con Newcombe y Woolley, entre otros, del recién formado Departamento de Inteligencia Militar. Su trabajo consistía en hacer mapas y en recoger e interpretar información de diversas fuentes. El Departamento participaba asimismo en diseñar las estrategias de tipo político a seguir en la región, que en esa primavera de 1915 aún no estaban definidas del todo pero que iban claramente en el sentido de una partición del Imperio otomano al final de la guerra. Por un lado estaba Francia con su interés declarado por Siria, por el otro Rusia con sus pretensiones sobre los Dardanelos y Constantinopla mientras Reino Unido aspiraba a Mesopotamia y el puerto de Alejandreta. Y aunque ya en esta fecha temprana eran evidentes las diferencias que existían entre los aliados sobre el futuro del Imperio Otomano, franceses y británicos estaban de acuerdo en la necesidad de avivar la subversión de las provincias árabes. Su futuro era el problema candente.​
En abril de 1916 llegó a una crisis la campaña iniciada en Mesopotamia por el mando británico para proteger los intereses británicos en el golfo Pérsico. El ejército británico bajo el mando del general Townshend quedó atrapado en Kut al-Amara (Irak), donde los otomanos exigían su rendición incondicional. Lawrence fue enviado desde El Cairo en misión secreta para conseguir mediante un soborno de un millón de libras esterlinas que el comandante de las fuerzas otomanas, Jalil Pachá, levantara el sitio y permitiera la retirada de Townshend y sus tropas.8​ Tras fracasar en este empeño Lawrence regresó a El Cairo.


A su vuelta a El Cairo en mayo de 1916 la cuestión de la rebelión árabe había alcanzado un punto crítico. Avisados de los planes de insurrección entre los militares de Siria, los turcos acababan de ejecutar a veintiún nacionalistas árabes en Damasco y estaban a punto de enviar tropas hacia el Hiyaz, el otro centro insurreccional en torno al jerife de La MecaHusayn ibn Ali. La rebelión allí debía desencadenarse inmediatamente so pena de ser sofocada en cierne y efectivamente se inició el 5 de junio contra todas las expectativas.
Los primeros meses de la rebelión fueron tan azarosos como los planes de apoyo por parte de los mandos británicos en El Cairo, ocupados en clarificar sus atribuciones y atentos a otra empresa prioritaria en la península de Sinaí, que debía abrir un nuevo frente contra los turcos al sur de Palestina. Cuando Lawrence, ya ascendido a capitán, llegó el 16 de octubre a Yida, en la costa del mar Rojo, acompañando como observador al enviado británico Ronald Storrs en visita al jerife Husayn, encontró una situación preocupante con las fuerzas rebeldes descoordinadas y la ayuda británica limitada a la primera línea costera. Su visita al campamento de Faysal, el tercer hijo del jerife, fue decisiva. En este hombre de 31 años, culto y ascético, encontró un personaje congenial con capacidad de liderazgo, convencido como él de que la rebelión árabe podía triunfar y llevar al establecimiento de un estado árabe independiente y soberano con capital en Damasco.10​ Lawrence volvió a El Cairo lleno de entusiasmo por la causa árabe y con característica tenacidad logró que a finales de noviembre le destinaran como «enlace temporal» al ejército irregular de Faysal, acampado en Yenbo.11

Al dar este paso Lawrence ya conocía las promesas que desde El Cairo se le habían hecho a Husayn en los primeros momentos de la guerra, asegurándole un estado panárabe independiente bajo su gobierno si unía sus fuerzas con los aliados contra los otomanos. Es lo que se conoce como «el compromiso McMahon» («MacMahon Pledge»).También sabía Lawrence que este compromiso quedaba anulado por el posterior acuerdo secreto suscrito por los plenipotenciarios británico y francés, Mark Sykes y Georges Picot, en mayo de 1916, y que definía las ambiciones territoriales del Reino Unido y Francia en Oriente Medio una vez vencido el Imperio Otomano. Sin embargo Lawrence se embarcó en la aventura árabe con la convicción de que si lograba establecer a la insurrección árabe como un aliado de plena igualdad gracias a su eficacia, y los árabes llegaban a Damasco antes que sus aliados, conquistando así real y simbólicamente su independencia, el tratado de Sykes-Picot sería papel mojado.12
Este razonamiento contradictorio y sin embargo válido es el que inspiró su intervención en el avance de las fuerzas irregulares de Faysal a lo largo de la costa del mar Rojo, con incursiones tierra adentro para atacar el ferrocarril del Hiyaz, esquivando las fortalezas turcas y levantando sucesivamente a las tribus de la zona en un brillante ejemplo de guerra de guerrillas.
La imagen del «Héroe del Imperio» y de «Lawrence de Arabia» se conservó sin fisuras muchos años después de su muerte, guardada celosamente por lo que se llamó el «Lawrence-Lobby». Sin embargo, la historia se hizo leyenda y la persona de Lawrence se difuminó y olvidó. En 1955 el escritor Richard Aldington publicó una biografía sobre Lawrence25​ en la que demolía la leyenda piadosa y tachaba al «Liberador de Damasco» de mentiroso compulsivo, ambicioso y desequilibrado. Iniciaba así un debate en torno a una leyenda nacional incontrovertida hasta entonces. En 1962 el éxito internacional de la película Lawrence de Arabia, dirigida por David Lean con guion del autor dramático Robert Bolt y con Peter O´Toole en el papel de Lawrence, dio un nuevo giro a la discusión al presentar a Lawrence como un ser humano complejo y vulnerable, no como un manipulador sino como un manipulado, no como un héroe de la Primera Guerra Mundial sino como una víctima de ella. Esta interpretación, afianzada y profundizada por las publicaciones posteriores de documentos reservados en archivos oficiales y de cartas desconocidas de Lawrence —entre ellas las muy reveladoras a su amiga y protectora Charlotte Shaw—, es la que se ha impuesto finalmente tanto entre los conocedores del tema como entre el gran público. Como decía el escritor francés André Malraux: «La vida de T.E. Lawrence es intensamente acusadora, no es ejemplar, no pretende serlo».






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